El lugar de nacimiento así como las fechas extremas de la vida de
Alfonso Núñez de Castro son inseguras aunque parece haber consenso en atribuirle como
lugar de origen Madrid. Fue hijo de Juan Nuñez de Castro, médico de Juan Téllez de
Girón, I duque de Osuna y, de Felipe IV, que lo acogió bajo su protección y le otorgó
el cargo de cronista regio. Historiador fecundo de temática hispana variada, no siempre
bien considerado por su estilo (cf. L. Pfandl, Historia de la Literatura Nacional
Española de la Edad de Oro, 1933, 599), fue el continuador de la crónica de la casa
de Austria de Diego de Saavedra Fajardo, la Corona gotica castellana y austriaca,
de la que se hicieron varias ediciones, obra por la que alcanzaría mayor fama.
Regidor vitalicio de la ciudad de Guadalajara, dedicó a Rodrigo
de Mendoza, duque del Infantado, la Historia eclesiastica y seglar de la muy noble y
muy leal ciudad de Guadalaxara, que fue publicada en Madrid en 1653. Si bien la
obra carece de interés para la historia antigua de Complutum es de gran valor para
conocer y seguir el desarrollo de la polémica acerca de su sitio antiguo y los autores
que intervinieron en ella hasta fines del siglo XVII.
Alineado con los partidarios de que en Guadalajara estuvo la Complutum
romana, comienza demostrando la existencia en ella de una urbe amurallada desde
época cesariana gracias a una inscripción (CIL II 276*).por supuesto falsa-, que
decían que se había hallado en una torre de la misma y en la que se nombraba al
Dictador. A pesar de semejante testimonio no todos los autores lo habían aceptado y tras
un siglo de discusión la nómina de voces a favor o en contra de situar a Complutum
en uno u otro sitio había aumentando de tal forma que Núñez de Castro se vio obligado a
exponer, en su obra, un estado de la cuestión: Guadalajara era Forum Augustum
según Francisco Tarafa y Pedro de Alcocer, para Tomás Tamayo de Vargas era Arriaca
siguiendo a Antonio de Nebrija, mientras que era Caraca según Pedro de Salazar y
Mendoza y Ambrosio de Morales, aunque entre estos
últimos los había que opinaban que Arriaca y Caraca serían idénticas.
Nuñez de Castro negando las afirmaciones anteriores expone que Caraca estuvo en
Carabaña, a orillas del Tajuña, el Tagonius, mencionado por Plutarco en la vida
de Sertorio. Alega para ello por un lado la autoridad de R. de la Higuera en su Historia
de Toledo, donde recoge una inscripción genuina de Carabaña (CIL II 3068) y, por otro, otra inscripción que, en
realidad, es la misma que la anterior sólo que en su versión interpolada tal y como
figura en el falso cronicón de Julián Pérez (nº 186) inventado por Román de la
Higuera.
Núñez de Castro trata de defender su opinión en seis capítulos
(V-XI) de su obra. Aporta en primer lugar, a favor de su argumentación, los testimonios
de autores anteriores: los falsos cronicones, atribuidos a los siglos IX y X, de
Luitprando y Julián Pérez, la crónica del moro Rasis del siglo XIII, la General
Estoria de Alfonso X y la división de Wamba, la Musa Paulina de Alvar Gómez de Ciudad Real, secretario de Enrique IV,
y, siguiendo a Florián de Ocampo, los "manuscritos que él
había visto" de Jerónimo Zurita y Juan Páez de Castro,
así como la Historia de Guadalajara manuscrita de F. Medina
de Mendoza. A las "autoridades" siguen los argume ntos geográficos y
topográficos: la verificación de que las coordenadas de Ptolemeo para Complutum corresponden
a Guadalajara, lo mismo que "las tres leguas" que da el Itinerario de Antonino
"desde Compluto a Meco"; la fundación "ex novo" de Alcalá en
1134 por el arzobispo de Toledo don Raymundo en 1134 que descarta por sí misma que
hubiera sido la Complutum fundada por Roma; tampoco eran válidos los únicos
testimonios del nombre de Complutum en la epigrafía romana, los miliarios
publicados por Ambrosio de Morales: uno servía "de pilar a la soga de la barca de
los Santos" (CIL II 4913), y otro
procedía de Valtierra -despoblado de Arganda (CIL
II 4914)-. Ambos se referían al tramo de vía reparado a Complutum, desde
Guadalajara, por tanto, en el último, las cifras debían ser entendidas no como
distancia, sino como magnitud, es decir XIV millas de vía reparadas por Trajano.
Las fuentes anteriores ya habían sido refutadas por T. Tamayo de
Vargas en sus notas a Luitpandro aduciendo que eran interpolaciones recientes a los
textos, o textos falsos o inexistentes porque, entre otras muchas cosas, se contradecían
con las pruebas aportadas por Morales para situar Complutum en las afueras de
Alcalá, en la zona del Juncal: los vestigios arqueológicos que allí asomaban de muros y
paredes. Pero estos para Núñez de Castro, que seguía en esto a Julián Pérez, no
probaban sino que se trataba de "algunas casas de recreacio(n), que alli huvo de los
ciudadanos complutenses que vivían en Guadalajara". Negaba también que hubiera
habido destrucción de Complutum por los musulmanes como afirmaba Morales, pues
ninguna fuente anterior lo atestiguaba. En definitiva la argumentación de Núñez de
Castro para negar la identificación de Complutum con Alcalá se reducía a afirmar
que Complutum nunca había existido en donde decía Morales, que el castillo
musulmán de Alcalá la Vieja habría sido, como el de Hita, un bastión en la línea de
defensa de Complutum (Guadalajara) y que Alcalá era fundación nueva de 1234.
Sin embargo para su apuesta por la Guadalajara complutense además
de todos los anteriores confiaba plenamente en el manuscrito, hoy perdido, que él manejó
directamente de los Anales de Guadalajara de Francisco Medina
de Mendoza, que nunca se publicaron y que defendían su fundación romana, incluyendo
algunas inscripciones de Guadalajara. Sin embargo, ninguna de ellas sirve para la causa:
la primera (CIL II 3047) situada, según Medina de Mendoza, "en la torre grande, que
está de medio a medio sobre la puente ... en lo alto, cuyas letras están gastadas",
donde interpretaba el numeral de la cifra de la edad como la indicación del año
"mil y treinta y tres de la fundación de Roma", Accursio
-por tanto cuando Medina de Mendoza todavía era un niño- la copió en Alcocer
(Guadalajara), en el año 1528, junto con otra (CIL
II 3048). De esta última transmite Mendoza, la primera línea
entera y sólo la parte derecha de la segunda (CIL II 277*) y dice que se conservaba al
pie de la torre del mismo puente en que se encontraba la anterior "a mano derecha del
arco, q(ue) mira a Marchamalo"; según Mendoza se trataría de "dos piedras a
manera de escudos". La última, la que le sirve a Núñez de Castro para datar las
murallas por lo menos desde época de César, dice Mendoza que se descubrió en 1542,
siendo alcalde de Guadalajara, Briviesca de Muñatones, y que apareció cuando se hundió
parte del cimiento "de la torre que estaba en la puerta de Alvar Fañez ... una
grandissima piedra con inscripción romana, tan gastada, que solamente se podían leer
estas letras IVLIVS CAESAR" (CIL II 276*). Casualmente tampoco se podía comprobar
porque "maziçose aquella profundidad, y quedó debaxo de tierra esta piedra".
Poco a poco esos escasos testimonios, que Núñez de Castro había
conseguido reunir para su teoría sobre la ubicación de Complutum, se han ido
desvaneciendo aunque, verdaderamente, si en Guadalajara apareciesen inscripciones romanas
serían complutenses porque lo que sí es seguro es que en la Antigüedad el lugar sobre
el que se asienta perteneció al territorio de Complutum.
© H. Gimeno Pascual
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