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El territorio de la Comunidad de Madrid pertenecía en época alto-imperial romana a distintas unidades administrativas. El sector mayor de la misma correspondía a la provincia Hispania citerior o Tarraconensis, y sólo un pequeño rincón de su extremo suroccidental, situado al oeste de los ríos Cofio (nombre probablemente derivado del latín confinium, límite) y Alberche, se adentraba en la provincia de Lusitania. Pero incluso la parte integrada en la Hispania citerior estaba dividida entre dos ámbitos administrativos subprovinciales, los conventus iuridici, cuyas capitales eran visitadas periódicamente por el gobernador provincial para administrar justicia. Mientras que el territorio del municipio de Complutum, uno de los más importantes que existían por esos parajes y que, además de la parte oriental de la CAM, ocupaba también una amplia franja de la provincia de Guadalajara, formaba parte del conventus Caesaraugustanus, con su centro en Caesaraugusta (Zaragoza), los dos territorios municipales que se repartían la parte occidental de la CAM –el de Mantua (con su centro urbano situado en los alrededores de Villamanta) y el de Titulcia (la actual Titulcia)- pertenecían al conventus Carthaginensis, el más extenso de las provincias hispánicas, cuyo centro era Carthago Nova (Cartagena). Es probable que el territorio de Titulcia abarcara incluso partes de la actual provincia de Toledo, mientras que, por otro lado, el extremo suroriental con Fuentidueña pudo haber pertenecido ya al territorio de Segobriga. Las inscripciones latinas antiguas del territorio de la Comunidad de Madrid, cuya primera edición científica es de Emil Hübner en el volumen II del Corpus Inscriptionum Latinarum (CIL), 1869 seguida por el Supplementum a dicha obra en 1892, las Inscriptiones Hispaniae Christianae (IHC), 1871 y los aditamentos en Ephemeris Epigraphica (EE) IX, 1903, han sido objeto de varias publicaciones en años recientes. La obra básica de referencia sigue siendo el corpus de R. C. Knapp, Latin Inscriptions from Central Spain, Berkeley - Los Angeles - Oxford 1992, al que el libro de Mª Ruiz Trapero, Inscripciones Latinas de la Comunidad de Madrid (siglos I- VIII), Madrid 2001, no añade más que una sola inscripción, aunque reporta la única inscripción visigoda de la Capital y los -pocos- miliarios de la provincia, excluidos por Knapp; si bien ambos autores omiten el instrumentum (grafitos sobre cerámica, inscripciones musivas o en objetos de adorno, etc.) incluyen documentación gráfica completa. Las inscripciones antiguas de la Comunidad de Madrid son una muestra de la integración, en época antigua, de los habitantes de este territorio al proceso general de romanización. A juzgar por la aparición de la tribus Quirina, las tres ciudades, Mantua, Complutum y Titulcia, fueron elevadas al rango de municipios latinos en época flavia, hecho que puede haber sido el motivo de la erección del gran arco de Titulcia, pero solamente en Complutum están atestiguados hasta ahora, epigráficamente, algunos de los elementos característicos de la vida municipal al estilo romano: conocemos a un mag(ister?) y flamen Romae et Augusti así como a un sevir augustal, ambos relacionados con el culto imperial. Los soportes epigráficos, en su mayoría monumentos funerarios y, en menor medida, votivos, son típicamente romanos (aras, sillares, cupas, estelas), aunque muchas veces de ejecución tosca, juicio del que ni siquiera se escapan los gigantescos arcos de Titulcia y Soto de Aldovea (A. U. Stylow – H. von Hesberg, Ein Kaiserbogen in Titulcia?, Chiron 34, 2004, 205 ss.). Lo mismo ocurre con la onomástica reflejada en la epigrafía complutense, fundamentalmente romana (y los nombres -muchas veces griegos- con que los habitantes de Complutum llenaban su menaje permiten entrever un alto grado de alfabetización), aunque también cabe constatar la pervivencia de nombres y cognationes indígenas, tónica que se hace dominante en las zonas situadas al oeste de los ríos Manzanares y Jarama, o sea, en el territorio de Mantua y la parte occidental del ager de Titulcia. La presentación de las inscripciones sigue un orden estrictamente geográfico, comenzando por los epígrafes de cada centro municipal y continuando luego con los de su territorio en el sentido de las manillas del reloj, empezando por el norte. Si bien ese es el orden que se mantendrá en los próximos fascículos dedicados a los conventus Caesaraugustanus (CIL II2/12) y Carthaginensis (CIL II2/13), la numeración actual es de uso puramente interno y no sirve para la cita de las inscripciones. Puesto que se incluyen un buen número de textos e imágenes inéditas, en trance de publicación, que son propiedad del Corpus Inscriptionum Latinarum no está permitida su reproducción salvo autorización por escrito del Centro CIL II. |
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