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El área de la provincia romana de la Baetica corresponde grosso modo a la de la Andalucía moderna, aunque su límite con la Hispania Citerior deja fuera casi toda la provincia de Almería y gran parte de las de Granada y Jaén y, sin embargo, incluye por el norte las Beturias Túrdula y Céltica correspondientes a parte de las actuales comunidades de Extremadura y Castilla-La Mancha. Las inscripciones béticas en el Museo alcanzan en torno a 200 piezas, constituyendo casi la tercera parte del total de su colección epigráfica. Aunque la mayor parte de ellas son placas, estelas y aras funerarias, muy ilustrativas de los distintos soportes y escrituras de la Bética y de sus costumbres epigráficas como la típica fórmula pius/a in suis, no faltan piezas tan interesantes como el pequeñísimo trozo que se conserva de la importante fundación instituida por Fabia H[adrianilla?], esposa, hija y hermana de senadores, hallada en Sevilla, o el pedestal de Écija del diffusor olearius Iulius Hermesianus. Pero el MAN por lo que destaca particularmente, junto con el Museo Arqueológico de Sevilla, es por los bronces epigráficos béticos: las impresionantes tablas de la lex coloniae Genetivae Iuliae (lex Ursonensis), de las leyes Flavias municipales otorgadas por el emperador Domiciano a las ciudades de Malaca y Salpensa y del senadoconsulto sobre los precios de los gladiadores de Italica (se adquirió en 1889); el bronce jurídico de Bonanza o la adquisición más reciente, en 1985, del ius iurandum de Conobaria (Las Cabezas de San Juan), el más antiguo juramento de lealtad al emperador de todo el Imperio. No menos notables son las tabellae defixionis de Córdoba, de plomo, o la tabula hospitii de Lacilbula (Cádiz), que estaba en la Biblioteca Nacional probablemente procedente de la colección real. Las inscripciones ingresaron de forma muy diversa. El grueso de los fondos, sin embargo, lo constituyen las procedentes de la colección del arqueólogo Manuel de Góngora Martínez; se trata de originales y un número muy importante de vaciados en yeso de inscripciones encontradas en Granada, Albánchez de Úbeda, Jimena, Mancha Real, La Guardia, Jaén, Mengíbar, Espeluy, Arjona, Torredelcampo, Alcalá la Real, Fuente Tójar, Rute, Cabra, Baena y Peñaflor. Entre el instrumentum destacan una serie de ladrillos con inscripciones cristianas, hallados en los alrededores de Espejo por la Comisión del Cuerpo de Estado Mayor que, a petición del emperador Napoleón III, se formó para levantar el plano de las campañas de Julio César, que ingresaron en el Museo en 1868; de ese mismo tipo se adquirieron, en 1875, otros ladrillos que formaban parte de la colección sevillana de F. Caballero Infante, la cual proporcionó al Museo también aras de Itálica y otras inscripciones de Alcolea del Río, Lora del Río y de Gilena, algunas de las cuales habían estado en las colecciones de Eduardo Sánchez y Manuel Almonte. En la década de los 90 del siglo XIX, Manuel Guijarro donó varias inscripciones encontradas en las excavaciones efectuadas por él y otros socios en Valera la Vieja (Badajoz), la antigua Nertobriga. Interesantes por ser una muestra de la vida cotidiana son las inscripciones métricas obscenas de Baelo (Bolonia, Cádiz) realizadas sobre estuco procedentes de las excavaciones efectuadas entre 1917 y 1921 por P. Paris, quien también entregó otros monumentos epigráficos belonenses. La adquisición de la colección de Aureliano Fernández Guerra, en 1933, aumentó el fondo con algunas piezas halladas en las cercanías de Loja y en Archidona y Cabra (de esta última una hebilla de cinturón visigoda). Asimismo de particulares proceden otras como las de la colección Rodríguez Mora con piezas procedentes de Porcuna y Córdoba, o las que donó Luis Maraver también encontradas en esta ciudad. De los fondos del Real Gabinete de Historia Natural pasó al Museo la placa de bronce hallada en RíoTinto en 1762 que había estado incrustada en un pedestal del emperador Nerva. Muy importante fue finalmente el incremento que se produjo con el depósito a principios del siglo XX de la colección del Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia, entre cuyas piezas cabe destacar el pedestal del diffusor olearius al que ya nos hemos referido. |
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