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CORPVS INSCRIPTIONVM LATINARVM II
    
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F. MEDINA Y MENDOZA
(Guadalajara 1516-1577)
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Erudito e historiador perteneció a una de las ramas de la noble familia de los Mendoza de Guadalajara. Su padre, el doctor Francisco Medina (1482?- 1538?), jurista de gran prestigio, poseyó una gran biblioteca que fue heredada por su hijo, según estaba estipulado en su testamento. Francisco Medina y Mendoza residió en la ciudad de Guadalajara, donde sirvió como caballero gentilhombre de los duques del Infantado; aunque al final de su vida se quedó ciego, en su testamento, fechado el 31 de diciembre de 1576, refiere que junto al duque fue su "animo leer y escrivir para su señoria". La biblioteca heredada de su padre y sus escritos inéditos pasaron tras su muerte a su primogénito y heredero legítimo, Pedro Medina. Varias cláusulas del testamento aluden a sus libros y en él consta expresamente que permanezcan en su casa inventariados.

Erudito investigador y conocedor de las antigüedades de su ciudad, su obra no es demasiado amplia y está consagrada, fundamentalmente, a recoger datos históricos sobre la ciudad y sobre los Mendoza, gracias al acceso que tuvo al gran archivo familiar de los duques. Su obra capital, los Anales de la Ciudad de Guadalajara, que nunca fue impresa, a pesar de la cláusula testamentaria, está perdida y las noticias que de ella se conocen son a través de otros historiadores que la utilizaron para confeccionar sus Historias de Guadalajara, como Hernando Pecha, Francisco de Torres y Alonso Nuñez de Castro.

De su pluma salieron también otros títulos que tampoco se publicaron: Historia del rey Don Enrique IV; Genealogía de la Casa Mendoza; Nobleza y títulos de la Casa Mendoza y la Vida del Cardenal D. Fray Francisco Ximénez de Cisneros. Esta última fue traducida al latín por Alvar Gómez de Castro durante una estancia de éste, en Guadalajara, en casa de Medina, en torno a 1550-1551, con quien le unía una gran amistad y a la que el maestro añadió algunos datos. Medina también fue amigo e informador de Ambrosio de Morales como consta en su obra impresa en Alcalá, en 1576, sobre Las Antigüedades de España, donde además aunque lamenta la pérdida de vista de Medina, elogia su gran memoria: algunas de estas interpretaciones destos nombres arauigos, las noto muy bien, y me las comunico Francisco de Medina de Mendoça hombre principal de Guadalajara, y que en la noticia de la historia de Castilla desde el rey don Fernando primero aca, save tanto como otro qualquiera, que con mucha curiosidad y particularidad la aya aprendido. De lo qual puedo yo ser muy buen testigo, como quien cada dia lo goza y lo experimenta, en la mucha amistad y comunicacion que con el tengo. Y como ha muchos años que cego, todo que le falta de la vista, ha acrecentado en la memoria que tiene marauillosa (f. 26). Sólo una obra de Medina, la Vida del Cardenal D. Pedro González de Mendoza, escrita por encargo de la condesa de Saldaña, esposa del futuro duque del Infantado, tuvo la fortuna de ser impresa.

El cronista A. Núñez de Castro en su historia de Guadalajara utilizó el manuscrito de los Anales del cronista para el capítulo dedicado a la discusión sobre la identificación del sitio antiguo de Complutum. Medina y Mendoza afirmaba que Guadalajara era la antigua Complutum y que fue fundada por los romanos. Para justificarlo recurría a los restos antiguos de la ciudad que él identificaba como romanos: las murallas, el alcázar, el puente o las torres y entre ellos dos inscripciones romanas. Ambas habrían estado situadas en una torre que se alzaba en mitad del puente, una en alguna zona alta (CIL II 3047) y otra al pie de la misma (CIL II 3048). De la existencia de esta torre a principios del siglo XVI da fe el embajador veneciano Andrea Navaggiero (Andrés Navagero), quien en 1525 la atravesó cuando pasaba el río: el dia 6, saliendo de Guadalajara, pasamos el Henares por un hermoso puente de piedra con una torre en medio.

Seguramente estas dos inscripciones que Medina nos dice que estaban en el puente, o bien son copias renacentistas añadidas en el siglo XVI, puesto que las mismas inscripciones nos las encontramos en los manuscritos de M. Accursio como procedentes de Alcocer (Guadalajara), donde este viajero estuvo en 1528, es decir mucho antes de que Medina escribiera sus Anales, o bien nunca estuvieron, y, el propio Medina, o los que utilizaron sus manuscritos las adjudicaron a Guadalajara para obtener testimonios de un pasado romano difícil de justificar. Tampoco habría que desechar la muy remota posibilidad de que el padre del cronista Francisco Medina, que sirvió siempre a Iñigo López de Mendoza y Pimentel, cuarto duque del Infantado (1493-1566), ya desde cuando éste era sólo conde de Saldaña, y con quien participó en la revuelta comunera, lo que le valió a su patrón el destierro en Alcocer, hubiera conocido en esta localidad las inscripciones. Una vez concedido el perdón del Emperador (1521) a los comuneros y cuando el duque volvió a Guadalajara tras el destierro -no así Francisco de Medina, activo comunero, que nunca obtuvo el perdón y tuvo que exiliarse a Portugal, donde permaneció largo tiempo hasta que retornó a Guadalajara gracias a su protector- las inscripciones pudieron haberse trasladado a dicha ciudad ubicándolas en la torre del puente a imitación de otros puentes también con torres, que exhibían inscripciones romanas como el de Alcántara (Cáceres). Aunque la existencia de un puente romano en el lugar del puente actual es totalmente verosímil, su fábrica es medieval y en él se distinguen aditamentos que lo cambiaron de aspecto en los siglos XV y XVI y reconstrucciones de diferentes épocas (Pavón, 24).

No suficiente con estas, Medina asegura que en 1550 había otras inscripciones romanas en la parte donde desagua el río, que estaban tan gastadas que no se podía leer nada en ellas; otra más, apócrifa (CIL II 276*), la sitúa en la puerta de Alvar Fañez o del Cristo de la Feria.

 
 
navagiero
 
 
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Puerta de Alvar Fáñez (Guadalajara)
 BIBLIOGRAFÍA: A. Núñez de Castro, Historia eclesiástica y seglar de la muy noble y muy leal ciudad de Guadalajara, Madrid, 1653; A. Herrera Casado, El historiador D. Francisco de Medina y Mendoza (1516-1577), Wad-al-Hayara 8, 1981, 445-451; B. Pavón Maldonado, Guadalajara medieval: arte y arqueología árabe y mudéjar, Madrid 1984; F. Layna Serrano, Historia de Guadalajara y sus Mendoza en los siglos XV y XVI, Guadalajara, v. II 1995, v. III 1996; A. Herrera Casado, Guadalajara una ciudad que despierta, Guadalajara 1997; Viaje por España del magnífico micer Andrés Navagero embajador de Venecia al emperador Carlos V, en: J. García Mercadal, Viajes de extranjeros por España y Portugal, Junta de Castilla - León 1999, vol. II, 13-62.
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