Hijo
de militar, la infancia y juventud de Eduardo Saavedra transcurrieron entre Tarragona,
Lérida y Albacete hasta que, hacia 1843, se instaló en Madrid donde cursó Ingeniería
de Caminos (1846-1851). Recién terminados sus estudios universitarios, fue nombrado
Delegado de Obras Públicas en Soria, cargo que ejerció hasta 1853. En dicho año volvió
a Madrid donde obtuvo una plaza de profesor en la Escuela de Caminos, Canales y Puertos.
En 1861 fue nombrado académico numerario de la Real Academia de la Historia, de la que
llegó a ser Director en 1908, y, Senador del Reino por la misma en 1895 y posteriores
legislaturas. Su discurso de ingreso, en 1862, versó sobre Las obras públicas en los
antiguos tiempos, al que contestó Aureliano
Fernández-Guerra.
En la década de los sesenta alternó su trabajo
científico como ingeniero en las provincias de Soria y León (donde había sido nombrado
ingeniero jefe de obras de la Compañía del Ferrocarril del Noroeste) con sus
investigaciones históricas. Así, a propósito de la realización de los proyectos de las
líneas férreas entre Soria y Burgo de Osma, Saavedra localizó la antigua vía romana
entre Uxama y Augustobriga, cuya existencia se conocía desde el siglo XVI
gracias al cronista de Aragón Jerónimo Zurita. La descripción física del camino -cuyo tractus
diligentissime exploravit en palabras de E.
Hübner (CIL II, p. 648)- su ingeniería y las antigüedades que allí se
hallaban -que fueron remitidas a la Academia en un "maletín expositor"- fueron
editadas en la Descripción de la vía romana entre Uxama y Augustobriga publicada
en 1879 (Memorias de la Real Academia de la Historia IX) gracias a la cual había
conseguido el Premio de Antigüedades de la Real Academia de la Historia en 1861 y que
supuso un gran estímulo para otras investigaciones sobre itinerarios antiguos de la
Península como las de C. Martínez y González sobre vías romanas de León
(CAG/9/7980/34159) y E. Gadea y Vilardebó sobre vías de Astorga (CAG/9/7980/34170). En
esta investigación alterna un perfecto conocimiento del medio geográfico con las
descripciones e itinerarios de los escritores romanos y sus vestigios epigráficos, los
miliarios (CIL II 4890. 4893. 4894. 4896. 4897=4899, según Saavedra. 4898. 4900. 4901.
6237) y otras inscripciones (II 2840. 2841. 2843), que le ayudaban a buscar sus alumnos
(Saavedra 1879, 26). El estudio de esta vía y sus ciudades antiguas, Uxama, Voluce,
Numantia y Augustobriga,
le provocó la necesidad de practicar excavaciones: ya en 1853 había excavado en el cerro
de la Muela (Garray), donde se localiza Numancia, yacimiento -que convertido en el
símbolo de la resistencia hispana, se benefició como ninguno de la ayuda del gobierno-
al que Saavedra estaría vinculado toda su vida. Los objetos allí hallados por Saavedra
fueron depositados en la Academia (Academia de la Historia, CASO/9/7972/332.33), la cual,
a partir de 1861, creó una comisión para continuar con las excavaciones, que durarían
hasta 1866. Esta comisión estuvo compuesta en principio por Antonio. Delgado, Salustiano
Olózaga, Aureliano Fernández-Guerra y el mismo Saavedra, quien participó en algunas
campañas. De estos años de trabajo (1861-1866) Saavedra presentó una memoria el 25 de
marzo de 1867, redactada con Fernández-Guerra. A comienzos de siglo, Adolf Schulten se
hizo cargo de la excavación por delegación de Saavedra, pero los problemas que
surgirían entre este arqueólogo y los habitantes de Garray, obligaron a que en 1906,
junto con Juan Catalina García (Academia de la Historia, CASO/9/7973/581), fuera nombrado de nuevo de la Comisión
Directora de dichas excavaciones.
El trazado de la vía férrea en las provincias de
Palencia y León le brindó las mismas posibilidades que ya había tenido en Soria para
hallar inscripciones. Enviaba dibujos, informes y calcos de las mismas a la Academia
(Abascal - Gimeno 2000, p. 14), realizados también, a veces, por contactos suyos, como es
el caso de Fausto López Villabrille (Abascal - Gimeno 2000, n. 224-251); una de ellas, el
ara dedicada a Diana (CIL II 2660a-d), despertó particular interés entre los
académicos; la describió Saavedra junto a otras inscripciones de Palencia en los años
1863 y 1864 en su informe Inscripciones romanas en Palencia y León (Abascal -
Gimeno 2000, n. 254-255), dando asimismo noticias de una calzada descubierta en esta
última provincia (Academia de la Historia, CALE/9/7959/41-3). En León había conocido a Fidel Fita y en los numerosos viajes
que ambos realizaron por su provincia descubrieron y estudiaron muchas inscripciones, cuyo
resultado más inmediato fue el proyecto de elaboración de un primer corpus de
inscripciones leonesas de época romana: mas de un año hace que viendo el gran número
de inscripciones inéditas que tenemos recogidas de varios pueblos y ciudades de la
provincia, y que no eran pocas las que habían visto la luz en copias descuidadas o mal
entendidas, formamos el plan de publicar la colección epigráfica de la provincia de
León, correspondiente a la época romana, ordenando su ejecución de manera que el P.
Fita redactase la parte correspondiente a la capital y el autor de este prólogo lo
hiciese con lo del resto de la provincia. La obra conjunta nunca llegó a terminarse;
del proyecto y el material acumulado resultó la obra de Fita, Epigrafía romana de la
ciudad de León, con un prólogo y una noticia sobre las antigüedades de la Milla del
Río por E. Saavedra (León 1866). De vuelta en Madrid, en 1866,
para reincorporarse en su puesto de la Escuela de Caminos, no perdió su contacto con la
arqueología y la epigrafía. Bien al contrario desarrolló una gran actividad en la
Academia figurando en múltiples informes de la Comisión de Antigüedades. Así sobre los
mosaicos descubiertos en La Milla (León) solicitaba a la Academia, en 1867, que mediase
para su protección; lo mismo pedía para el descubierto en la localidad de Villasabariego
que identificó con una de las ciudades antiguas denominadas Lancia-, la cual
pudo haber servido de cantera en el siglo IX para la iglesia de San Miguel de Escalada. No
tuvo fortuna su propuesta de 1868 (Academia de la Historia, CALE/9/7959/1113) para
desmontar el salmer de un arco de dicha iglesia para el que se había reutilizado una
inscripción (EE IX 294), ya que hoy sigue en el mismo sitio. Un año después participó
en la Comisión
que aprobaba la creación del Museo de León en el convento de San Marcos, que albergaría
en su claustro uno de los mejores lapidarios españoles (Academia de la Historia,
CALE/9/7959/1016). Grande fue también su constancia en apoyar y favorecer la práctica de
excavaciones de yacimientos como demuestra, entre otros, su informe favorable, del año
1884, a la solicitud de excavaciones en Clunia (Academia de la Historia,
CABU/9/7947/513) o la propuesta que años antes había apoyado para practicar excavaciones
en el castro de Coaña (Academia de la Historia, CAO/9/7966/5/13/3).
Eduardo Saavedra, al instalarse definitivamente en
Madrid, cursó la carrera de Arquitectura -lo que le permitió intervenir en las reformas
del edificio de la Academia entre 1871 y 1874- y ocupó distintos cargos en la
Administración llegando a ser Director General de Obras Públicas, Agricultura, Industria
y Comercio de 1869 a 1871, siendo su último destino el de consultor en el Ministerio de
Marina; dichas funciones no le impidieron proseguir con sus trabajos históricos.
Apasionado desde joven por la cultura y la lengua árabe de la que llegó a ser
maestro- y la Geografía realizó una edición crítica parcial de La geografía de
España de Idrisi (1881) y publicó una obra Sobre la invasión de los árabes en
España (1892). Sus estudios como arabista le valieron el ingreso en la Real Academia
Española; como orientalista y africanista perteneció al Ateneo Científico, Literario y
Artístico, en donde en ocasiones impartió cursos y pronunció conferencias sobre
Historia Oriental. Además, perteneció a la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y
Naturales y fue Presidente de la Real Sociedad Geográfica, de la cual había sido
fundador.
Amigo y colaborador de Hübner su aportación fue
esencial para la epigrafía de los conventus del noroeste y para la epigrafía
viaria del centro de la Península. De su prestigio en otros ámbitos, los políticos, da
buena prueba el hecho de que en 1869 fuera elegido, con Aureliano Fernández Guerra, para
examinar las obras del concurso convocado para adquirir los cuños del nuevo sistema
monetario (Academia de la Historia, GN 1868/1869/109) que instituiría la peseta como
unidad monetaria.
© H. Gimeno Pascual V. Salamanqués Pérez
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Retrato de Eduardo Saavedra. E. Saavedra, Descripción de la Vía Romana entre Uxama y Augustóbriga, E. Baquedano – C. Caballero (ed. facs.), Madrid 2000, p. 29. |
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Plano de las excavaciones de Numancia. Pioneros de la Arqueología en España del siglo XVI a 1912, Alcalá de Henares 2004, (Zona Arqueológica 3), p. 309. |
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Inscripciones de la via de Uxama a Augustobriga.
E. Saavedra, Descripción de la Vía Romana entre Uxama y Augustóbriga, Madrid 1879, (ed. y estudio previo de E. Baquedano y C. Caballero, Madrid – Sorica 2000), lám. 3. |
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BIBLIOGRAFÍA: F. Fita E. Saavedra, Epigrafía
romana de la provincia de León, León 1866; E. Saavedra y Moragas, Descripción de
la vía romana entre Uxama y Augustóbriga, Madrid 1879, (ed. y estudio previo de E.
Baquedano y C. Caballero, Madrid - Soria 2000); C. Sáenz García, Don Eduardo Saavedra y
Moragas, faceta soriana de una biografía gloriosa, Celtiberia 27, 1964, 7-56; J.
Mañas Martínez, Eduardo Saavedra, ingeniero y humanista, (prólogo de J. Caro
Baroja), Madrid 1983; J. Abascal H. Gimeno, Epigrafía Hispánica, Madrid
2000; E. Baquedano, Eduardo Saavedra y Moragas, en: Pioneros de la Arqueología
en España del siglo XVI a 1912, Alcalá de Henares 2004 (Zona Arqueológica 3),
307-310; M. Almagro-Gorbea - D. Casado - F. Fontes - A. Mederos - M. Torres, Prehistoria.
Antigüedades españolas I, Real Academia de la Historia, Madrid 2004, 25-26.
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