Historiador, literato y cronista
oficial de la provincia de Guadalajara, J. C. García López, hijo de maestro, dedicó
gran parte de su vida a estudiar la Alcarria, su historia y las costumbres de sus pueblos.
Inició sus estudios en el instituto de Guadalajara y con veinte años se trasladó a
Madrid, donde cursó las carreras de Filosofía y Letras, y, Derecho, fue alumno de la
Real Academia de Arqueología y Geografía del Príncipe Alfonso y titulado por la Escuela
de Diplomática. En 1870 recibió el nombramiento de académico correspondiente de la Real
Academia de la Historia por Guadalajara y sería elegido miembro numerario de ella en 1894, Anticuario a la
muerte de Juan de Dios de la Rada y Delgado en 1901 y Secretario Perpetuo en 1908. En 1885
obtuvo la cátedra de Arqueología y Ordenación de Museos, de la Escuela de Diplomática
e ingresó en el Cuerpo facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. Cuando
en el año 1900 se extinguió la Escuela de Diplomática y se trasladaron sus profesores a
la Universidad de Madrid ocupó la cátedra de Arqueología, Numismática y Epigrafía
desde 1908, función que simultaneó hasta su muerte con la dirección del Museo
Arqueológico Nacional.
Si bien J. C. García encaminó
una parte de sus investigaciones al estudio de la Prehistoria y la Historia Antigua,
dedicó especial atención, además de a la Historia de su provincia natal, a la
Bibliografía poniendo a disposición de la investigación instrumentos de trabajo muy
útiles. Así editó la Bibliografía de la Sociedad Económica matritense (1877),
el Ensayo de una Tipografía Complutense (1889), o su Biblioteca de escritores
de la provincia de Guadalajara y bibliografía de la misma hasta el siglo XIX, obra
por la que obtuvo el premio de la Biblioteca Nacional en 1897. En relación con la
historia de Guadalajara publicó, entre otros, el Fuero de Brihuega (1887), la Historia
de la Orden de San Jerónimo del Padre Sigüenza, El libro de la provincia de
Guadalajara (1881) y unos Aumentos a las Relaciones
Topográficas de Felipe II de dicha
provincia, que fueron publicados en el Memorial Histórico Español (tomos 41-42,
19031905); además, le fue encomendado el volumen correspondiente a Guadalajara del Catálogo
Monumental de España, que nunca llegó a concluir y que se conserva manuscrito en la
biblioteca del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (ed. 2001, en CD-ROM; ISBN
84-95179-60-1).
Gracias a sus cargos favoreció y
fomentó la conservación del patrimonio arqueológico: desde el Museo Arqueológico el 7
de septiembre de 1868 solicitaba a las Comisiones Provinciales que los objetos hallados en
las excavaciones practicadas con los fondos del Estado fueran remitidos al mismo (Franco
1993, 302). Como Anticuario Perpetuo de la Real Academia de la Historia estaba obligado a
cumplir el artículo 65 de los estatutos de 1792 según los cuales el oficio de
Anticuario Perpetuo había de recaer en individuo que tuviera particular conocimiento de
las Antigüedades, pues éste tenía como labor principal, formar índices y
catálogos, así de las medallas como de las demás antigüedades que junte la Academia. Aunque un incipiente inventario había sido ya iniciado por J. de la Rada su antecesor, J.
Catalina García, con objeto de controlar los fondos del Gabinete, realizó el primer Inventario
de las antigüedades y objetos de Arte que poseía la Real Academia de la Historia,
cuya clasificación estableció según los siguientes conceptos: Civilizaciones
primitivas, Arte prerromano. Objetos indefinidos. Pueblos orientales. Antigüedades
americanas. Civilización clásica. Arte hispano-romano. Imitaciones clásicas.
Civilización arábiga, que se publicó, en el año 1903, en el Boletín de la
Academia.
En
el inventario incluyó el pedestal de Villaricos (CIL II p. 956; Abascal - Gimeno 2000,
17) con una inscripción griega (n. 68), que se conserva en el Museo Arqueológico
Nacional. El resto de las antigüedades con inscripción son de época romana o visigoda y
prácticamente todas pertenecen a los instrumenta: un ladrillo de Segovia donado
por Eduardo Saavedra en el que se lee of(ficina) Saturni[ni] (n. 384; Abascal -
Gimeno 2000, 394), dos pondera de bronce, uno con la marca l(ibrae) X (n.
413; CIL II 49761b; Abascal - Gimeno 2000, 146b) adquirido por la Academia en 1861,
hallados en las excavaciones del cerro de Barañez (Huete), hechas por los Nicolás y
Quintín Toledo, Vicente Sánchez y Deogracias Almonacid en 1858 y, del mismo lugar, otro
de serpentina verde con el asa rematando en cabezas de cisne con la indicación del peso L (n. 466; CIL II 49621a; Abascal - Gimeno 2000, 146a); dos lingotes con la inscripción M(arcus et) P(ublius) Roscieis M(arci) f(ilii), de 34 y 33 kg respectivamente (n.
448-449; CIL II 3439 = 62474; Abascal - Gimeno 2000, 284-285) hoy en el Museo
Arqueológico Nacional; una placa de bronce rota por el extremo izquierdo, en una de cuyas
caras se lee Atili Q(uinti) s(ervi), encontrada en Tarragona en 1860 (n. 456; CIL
II 49665; Abascal - Gimeno 2000, 424); otro pondus de bronce de forma de cono
truncado con la marca s(em)u(ncia) en la cara superior y en la superficie curva,
incrustada de plata la leyenda C(aio) Caesar(e) Aug(usto) p(atre) p(atriae) hallado
en Córdoba y donado a la Academia por Manuel Codina en octubre de 1861 (n. 459; CIL II2/7, 625; Abascal -
Gimeno 2000, 112); un anillo de bronce estañado con un entalle de piedra semipreciosa con
la representación de Marte y la leyenda Mars Ultor regalado por R. Barros Sivelo,
correspondiente en Orense, según el cual fue encontrado en el despoblado de Mourugas,
Ayuntamiento de Río Caldo (n.470; CIL II 62602; Abascal - Gimeno 2000, 370); una letra
F de bronce hallada en una excavación junto al muro de Celsa con diez monedas
romanas (n. 481; Abascal - Gimeno 2000, 491); un sello de bronce, con placa cuadrangular
con el pseudoepígrafe SNS, encontrado en los Baños de Alhanje y regalado por Julián de
Villaescusa en 1854 (n. 485; CIL II 497623; Abascal - Gimeno 2000, 29), autor de una
monografía sobre las termas de Alhange (Madrid 1850); tres fragmentos de una tésera de
bronce, con restos de inscripción romana, hallados en Bilbilis por Romualdo Moro,
donados por el Marqués de Comillas (n. 487; EE VIII 177; Abascal - Gimeno 2000, 488a-c);
glandes de plomo, con la inscripción Cn(aei) Mag(ni) / Imp(eratoris), procedentes de Osuna (n. 545; CIL II2/5, 1102; Abascal -
Gimeno 2000, 403); dos ladrillos con el monograma de Cristo dentro de un arco de medio
punto con la inscripción: Bracari vi/vas cum tuis, hallados en las
cercanías de Ronda y remitidos por el historiador de dicha ciudad Juan José Moretti en
1865 (inv. n. 635.2; CIL II2/5, 1274; IHC 193; Abascal - Gimeno 2000, 270); una cajita en forma de templo con incrustaciones de plata con la inscripción Divo Antonino Pio Aug(usto) (J. Catalina García 1903, p. 137; CIL II 480; Abascal
- Gimeno 2000, 506); y por último el sello de bronce de C(ai) Uti L(uci filii)
Ar(nensis) Pescennini (n. 976; CIL II 481*; Abascal - Gimeno 2000, 498), protagonista
de una rocambolesca historia que nos remonta al mercado italiano anticuario de
"souvenirs" del siglo XVIII (cf. A. U. Stylow H. Gimeno Pascual, Minima
de instrumento domestico, Studia Philologica Valentina 5 n. s., 2001, 133-153), que
perteneció al orientalista y bibliófilo Pascual de Gayangos.
Al margen de su meritorio
trabajo de catalogación de los fondos de la Academia, la contribución de J. Catalina
García a la Epigrafía es escasa: describió una inscripción de Carabaña (CIL II 3068; J.
Catalina García 1891, 134) y dio noticia de otra de Perales de Tajuña que estaba a un
kilómetro del risco de las cuevas como se sube para el próximo lugar de Tielmes, en el
mismo valle del Tajuña (ibidem). Amante de los viajes al contrario que Fidel Fita, éste le solicitaba
dibujos y calcos de algunas inscripciones de los lugares que frecuentaba; tal es el caso
del miliario hallado en Huerta-Hernando, junto a Luzaga, del que Fita (Boletín de la
Real Academia de la Historia 23, 1893, 352) esperaba un calco de J. Catalina
García y del marqués de Laurencín, F. Rafael de Uhagón, el cual ya había realizado un
estudio sobre dicha pieza y las vías romanas de esta zona de Guadalajara (Antigüedades
romanas de la Alcarria, Boletín de la Real Academia de la Historia 23, 1893,
350-352), calco que no sabemos si nunca llegaron a realizar.
Mayor deuda tienen con J.
Catalina García los prehistoriadores y arqueólogos (cf. Herrera Casado 1987) por sus
exploraciones en el cerro del Bú, en las Cuevas de Perales de Tajuña, sus
investigaciones arqueológicas en Cifuentes y Recópolis y sus excavaciones en Numancia.
Todo ello unido a su trabajo en la Academia y en el Museo Arqueológico le hacen merecedor
de un digno puesto entre los pioneros en la conservación del patrimonio arqueológico
español.
© H. Gimeno Pascual V.
Salamanqués Pérez
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Portada de la obra Biblioteca de Escritores de la Provincia de Guadalajara, Madrid, 1890 |
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Pedestal de Villaricos con inscripción griega (Foto MAN) |
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Retrato de J. C. García López de la RAH
M. Almagro-Gorbea (ed.), El Gabinete de Antigüedades de la RAH, Madrid 1999, p.149. |
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BIBLIOGRAFÍA: J. C. García
López, Cuevas Protohistóricas de Perales de Tajuña, Boletín de la Real Academia de
la Historia 19, 1891, 131-135; J. Catalina García López, Inventario de las
antigüedades y objetos de Arte que posee la Real Academia de la Historia, Boletín
de la Real Academia de la Historia 42 , 1903, 484-501; ibid. 43, 1903,
257-322; J. de Liñán y Eguizabal, Don Juan Catalina García, en: Vuelos
arqueológicos (Narraciones de arte), Madrid 1911, V-XXI; J. Catalina García en: Enciclopedia
Universal Ilustrada europeo-americana, Espasa-Calpe, vol. XXVI, Madrid 1991, 807; A.
Herrera Casado, Los Cronistas Provinciales de Guadalajara, Wad-al-Hayara 14, 1987,
347-354; A. Marcos Pous, Origen y desarrollo del Museo Arqueológico Nacional, en: De
Gabinete a Museo. Tres siglos de Historia, Madrid 1993, 21-99; A. Franco Mata,
Comisiones científicas en España de 1868 a 1875, en: De Gabinete a Museo. Tres siglos
de Historia, Madrid 1993, 300-309; M. Almagro-Gorbea, El Gabinete de Antigüedades
de la Real Academia de la Historia, Madrid 1999, 148-149; J. Abascal H. Gimeno, Epigrafía Hispánica, Madrid 2000; M. Almagro-Gorbea - J. M. Abascal, La
Arqueología ibérica en la Real Academia de la Historia, en: J. Blánquez - L. Roldán, La
cultura ibérica a través de la fotografía de principios de siglo, Madrid 2000 ( http://www.ffil.uam.es/catalogo/madrid/almagro.htm); M.
Almagro-Gorbea - D. Casado - F. Fontes - A. Mederos - M. Torres, Prehistoria.
Antigüedades españolas I, Real Academia de la Historia, Madrid 2004.
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