Jam "Inscriptiones veteres", cum etiam
in saxis et marmoribus consenescerent,
nec in illa durissima materia durabiles
essent, aeternitatem, si qua potest esse
in rebus humanis, a Grutero
acceperunt. Non illum sumtus, non
labor absterruit aut fatigavit, quin
omnes monumentorum talium reliquas
conquireret; ad quas cognoscendas non
opus est tam vago per Europam
discursu, non dificultate itinerum, non
viatico. Unus Liber Romanus orbis est
(Balthasar Venator, Panegyricus Jan
Grutero scriptus, 1631, 251.
Con estas palabras auguraba y agradecía B. Venator, sólo cuatro
años después de la muerte de J. Gruterus, la trascendencia y el esfuerzo del autor por
legar a la posteridad una obra sobre epigrafía -un corpus de inscripciones romanas- que
no encontró sustituto hasta la edición, en la segunda mitad de siglo XIX, del Corpus
Inscriptionum Latinarum.
Filólogo y bibliotecario, la formación en Inglaterra de Jan de
Gruytère, primogénito de una familia
calvinista, fue consecuencia de las persecuciones religiosas llevadas a cabo contra los
seguidores de esta doctrina, a la llegada del duque de Alba a los Países Bajos en 1567.
Inició sus estudios superiores en 1577 en el antiguo Gonville College de Cambridge, que
había sido vuelto a fundar por el humanista y médico John Caius en 1557 (Gonville &
Caius College), editor de algunas obras de Galieno. De vuelta a los Países Bajos,
continuó su formación en la recién creada Universidad de Leiden en la que, en 1584,
obtuvo el doctorado en Leyes. A partir de entonces y huyendo de nuevo de las amenazas a
los calvinistas, se vio obligado a vivir en diferentes ciudades de Holanda y Alemania
hasta que en 1589, fue nombrado profesor de Historia en Wittenberg por el príncipe
elector Christian de Sajonia. Pero tres años más tarde su negativa a suscribir la
fórmula de concordia que el duque Federico Guillermo, sucesor de Christian, exigía a los
profesores para restaurar el luteranismo en la Universidad le valió la dimisión de este
cargo y su traslado a Heidelberg donde fue nombrado profesor de la Academia en 1593 y más
tarde jefe de la Biblioteca Palatina. En esta etapa y gracias a las ventajas derivadas de
su cargo, el acceso privilegiado a impresos y manuscritos, llevó a cabo varias ediciones
y comentarios filológicos. En 1622 tuvo que huir de Heidelberg cuando la ciudad fue
tomada por las tropas católicas de Maximiliano I de Baviera, a las órdenes del mariscal
Johannes Tserclaes Tilly. Tanto la biblioteca Palatina como la suya privada fueron
trasladadas a Roma a la Biblioteca Vaticana como botín de guerra por orden del Papa
Gregorio XV y con la aquiescencia de Maximiliano. J. Gruter no volvería a Heidelberg
hasta1626, justo un año antes de su muerte.
Además de ser autor de poemas latinos, sus numerosas ediciones,
anotaciones y comentarios a los clásicos supusieron una gran aportación a la literatura
griega y latina: la primera edición de las Orationes politicae de Dinarco,
Licurgo, Lesbonacte, Herodes, Demades; de Plauto la
Aulularia y las Comedias; de Salustio sus Opera omnia, así como las de Cicerón,
de este mismo autor los cinco libros De finibus bonorum et malorum, las Academica,
los libros De divinatione y De fato; las Animadversiones
en las obras de Séneca, sus Tragoediae y sus Sententiae; las obras de
Ovidio; la Historia Romana de Veleio Patérculo; de Floro los Epitoma; el breviario
de Festo; las cartas de Plinio el Joven, y el Panegírico de Trajano; los Epigramas
de Marcial y algunas partes de la Historia Augusta.
Pero su opus magnum son las Inscriptiones antiquae
totius orbis romani in corpus absolutiss(imum) redactae cum indicib(us) XXIV, publicado
en Heidelberg en 1602 bajo los auspicios de Joseph Juste Scaliger, quien realizó los
índices, y de Marc Velser, de la que se hicieron varias ediciones. La idea original
partía de la recopilación que Scaliger había preparado como suplemento a la de Martin
Smet (Smetius) Inscriptionum antiquarum quae passim per Europam liber, Leiden 1588,
publicada por Justus Lipsius (Joest Lips). Contiene 12.000 epígrafes procedentes no de la
autopsia directa, sino de fuentes manuscritas o de ediciones anteriores. La clasificación
de los epígrafes inspirada en parte en la de Smet establece una tipología de las
inscripciones: sacras, de obras públicas, jurídicas; de personajes ilustres
(emperadores, cónsules etc.); entre las funerarias se establecen asimismo grupos en
función del parentesco de los dedicantes y el difunto. Capítulo aparte concede a las
falsas o sospechosas (spuria et suppositia), aunque carece de aparato
crítico y comentarios como ya observó el ilustrado Gregorio Mayans (In eo eruditas
notas desidero, in quibus inscriptiones verae a falsis distinguantur, dubiae annotentur,
in singulis allegentur ii, qui eas primum ediderunt, qui illustrarunt, ac diverse scriptas
protulerunt, Introductio, p. 72). Pero sin duda fueron los exhaustivos índices
de Scaliger lo que revistieron de gran valor a la obra que, en su conjunto, adolecía de
un gran defecto para el historiador como es la ausencia de una vertebración de las
inscripciones en circunscripciones territoriales.
El corpus gruteriano incluye diez inscripciones del
territorio de Complutum cuyas fuentes son A. de
Morales (CIL II 3031, CIL II 3032, CIL II 3035 y CIL II 3036) también toma de este autor el miliario
hallado en el despoblado de Valtierra (CIL II 4914)
único testimonio conocido entonces para el topónimo Compl(utum); también utiliza
la obra de J. Strada para otros textos (CIL II 3034, CIL II 3038, CIL II 3032, CIL II 3040); por su dependencia de S. Pigge de las dos dedicaciones a Marte (CIL II 3027, 3028)
repite el error ya cometido por aquél al ubicarlas en Salamanca.
Si Mayans consideró que Gruter fue pionero en prestar un gran
servicio a la ciencia epigráfica (Janus Gruterus, collectorum epigraphicorum princeps,
qui non solum de Hispania, sed de universa etiam Republica Literaria benemeritus fuit, ...
Introductio, 72), no menor fue el homenaje que le dedicó Venator al considerar
la obra de Gruter como su propia inscripción, la cual convierte su memoria en indeleble
junto con la de los cónsules y emperadores (Ipse vero totus Inscriptionum Liber una
quaedam magna est Inscriptio Gruteri, quae memoriam ipsius cum Consulum, cum Imperatorum
memoria indelebilem praestat; Venator ibidem).
© H. Gimeno Pascual
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Puesto que las inscripciones antiguas
también envejecían en piedras y
mármoles junto con ellas y ya no eran
indestructibles en aquellos durísimos
soportes, gracias a Gruter recibieron la
eternidad, si es que algo de esta puede
darse en las cosas humanas.
Ningún
gasto ni ningún esfuerzo le fatigaron ni
le disuadieron de buscar aquí y allá
todos los vestigios de monumentos
tales; para conocerlas ya no es necesario
recorrer Europa vagando de un lado
para otro, ni soportar las dificultades
de los caminos, ni gastos para ellos. El
orbe romano está en un libro. |
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BIBLIOGRAFÍA: Balthasar Venator, Panegyricus Jan. Grutero
scriptus a Balthasare Venatore, [en]: H. Witte, Memoriae philosophorum,
oratorum, poetarum, historicorum et philologorum nostri seculi clarissimorum renovatae
decas prima - nona, Königsberg - Frankfurt a. M., 1677-1679, I, 212-279 (disponible
en ); G. Mayans i
Siscar, Introductio ad veterum inscriptionum historiam litterariam (trad. y ed.
crítica de L. A. Casal y J. M. Abascal Palazón), Madrid 1999; C. Smed, Johannes
Gruterus, Sein Leben und Wirken, Bonn, 1939; L. Foster, Johannes Gruteruss
English Year, Leiden-Oxford, 1967; I. Calabi Limentani, Epigrafia Latina con
unappendice bibliografica di Attilio Degrassi, Milano 1974 (III ediz.), 51-53; C.L.
Heesakkers, Gruterus, en: C. Nativel, Centuriae latinae, Cent une figures
humanistes de la Renaissance aux Lumières offertes à Jacques Chomarat, Ginebra,
1997, 405-410; M. G. Schmidt, Corpus Inscriptionum Latinarum, Berlin 2001.
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