Aprendiz en el taller mantuano del artista Giulio Romano (Giulio Pippi), el polifacético
orfebre, arquitecto, editor, escultor, pintor y coleccionista de antigüedades Jacopo
Strada fue considerado ya por sus contemporáneos más un dilettante, un aficionado
en materia anticuaria, que un experto conocedor de la misma. Su formación como anticuario
la adquirió, por un lado, en Roma, en diversas estancias entre 1530 y 1555 donde, al
servicio de la corte pontificia, entablaría relación con los círculos humanistas de su
órbita y, por otro, en Alemania donde ya en 1546 ejercía como pintor en Nuremberg. El
patronazgo de los Fugger -en concreto de Hans Jakob, cuyo padre Raimundo había reunido
una espléndida colección de antigüedades, entre ellas las inscripciones que fueron el
punto de partida del libro de Petrus Apianus y Bartolomeus Amantius, publicado en
Ingolstadt en 1534 (Inscriptiones sacrosanctae vetustatis, non illae quidem romanae,
sed totius fere orbis) - no sólo le puso en contacto con los humanistas que rodeaban
a la poderosa familia de banqueros y le financió en gran parte sus investigaciones sino
que además pudo servirle de carta de presentación en algunos círculos, donde gozaba de
mediocre reputación como historiador, filólogo, numismático o epigrafista, como
manifiesta la autodefensa que desarrolla en una carta dirigida, en 1559, al archiduque
Maximiliano, rey de Bohemia, contra las críticas negativas vertidas a propósito de sus
conocimientos numismáticos por el cronista Wolfgang Lazius. También Antonio Agustín
-quien le había recomendado a su amigo Onofrio Panvinio para la edición de los Fasti
(Fasti et Triumphi Rom. a Romulo Rege usque ad Carolum V Caes. Aug. Regum, Consulum,
Dictatorum, Magistror. equitum, Tribunorum Militum consulari potestate, Censorum Impp.
& aliorum Magistratuum Roman. cum orientalium, tum occidentalium, ex antiquitatum
monumentis maxima cum fide ac diligentia desumpta. Venetiis, J. Strada Mantovani, MDLVII)
cuyo resultado fue nefando hasta el punto de hacerla inservible- en sus Diálogos de
Medallas inscriciones y otras antigüedades (Tarragona, 1587, 131-132) lo incluye
entre los que escriben latín sin saberlo: ... Pyrrho Ligori napolitano conocido myo
gran antiquario y pintor, el qual sin saber latin ha escrito más de quarenta
libros de medallas y edificios y otras cosas. Como puede ser que sin saber latin sepa
escrivir bien destas cosas? Como escriven Humberto Volzio ( i. e. Hubert Goltz) y
Enea Vico y Iacomo Estrada y otros que quien lee sus libros pensara q(ue) han visto y
leido todos los libros latinos y griegos q(ue) hai escritos. Ayudanse del trabajo de
otros, y con debuxar bien con el pinzel, hazen otro tanto co(n) la pluma
Si bien Strada, por
sus actividades como coleccionista -especialmente de monedas-, bibliófilo y agente de
compra de antigüedades para sus patronos, abordó muchos aspectos de los estudios
clásicos, sin embargo por lo que pronto se haría conocido entre los anticuarios sería
por su tratado numismático publicado en Lyon en 1553, Epitome thesauri antiquitatum,
hoc est, Impp. Rom. orientalium et occidentalium Iconum, ex antiquis numismatibus quam
fidelissime delineatarum, ex Musaeo Iacobi de Strada Mantuani Antiquarii. Por estas
fechas fue, probablemente, cuando conoció en Roma a Antonio Agustín, con quien debió
entablar cierta amistad; llama la atención no sólo que Agustín lo hubiera recomendado
para la edición de Panvinio, sino que además le franquease su monetario donde Strada
pudo reconocer 942 piezas que incluyó en una ingente obra, que nunca vería la luz, en la
que presentaba las monedas de todo el mundo antiguo A(ureorum) a(rgenteorum) a(ereorum)
numismaton antiquorum diaskeue, hoc est Chaldaeorum, Arabum, Libycorum, Graecorum,
Hetruscorum, ac Macedoniae, Asiae, Syriae, Aegypti, Syculorum, Latinorum, seu Romanorum
regum, a primordio Urbis, dein. coss. tempore reipub. & crescente adhuc, tam sub
caess. Latinis, in occidente, quam Graecis impp. in oriente, declinante imperio p. r.
deniq. hexarchorum, barbarorum principum ducumque, metallicorum eiconum explicatio. Ex
musaeo Jacobi Stradae Mantuani antiquarii, civis Romani), de la que se conservan tres
ejemplares manuscritos, uno en Viena en XI volúmenes, (Universitätsbibliothek, III
160898) otro en Praga (University Library VII A 1) y otro incompleto en Munich (Bayerische
Staatsbibliothek Clm 163 y 164). Si sus dotes como numísmata defraudaron ya a algunos de
sus contemporáneos por las manipulaciones ejercidas suo Marte, en lo que se
refiere a la Epigrafía, la calidad de su legado, mucho más limitado, no es mejor.
Al margen del
fracaso de los Fasti, Strada tuvo la intención de editar un gran corpus de
inscripciones que contenía Septem libri antiquissimarum inscriptionum in praecipuis
mundi partibus, praecipue in Europae, Asiae et Aegypti variis locis et urbibus
mencionados en un catálogo del que se conservan varias copias manuscritas, que contiene
los libros que él había compuesto por él mismo, los que habia mandado escibir y
componer a sus expensas y otros que había adquirido y comprado. Probablemente en todas
estas categorías habría que encuadrar las 5718 antiquísimas inscripciones, de las
cuales 514 se presentaban cum suis ornamentis circumcirca, sicuti in ipsis marmoreis
lapidibus et tabulis extant (CIL II p. IX), que contenían. Ésta debe de ser la misma
obra para la que Strada, en 1573, solicita subvención en una carta a Maximiliano II (apud
Jansen 1993, 236-237). Acorde con el momento en que otros humanistas como Martin Smetius (+1578)
comenzaban a dar a sus corpora una estructura distinta a la geográfica, la obra se
estructuraba más o menos por tipos de inscripciones e incluía unos índices al final. Es
seguro que de esta obra debieron de formar parte las inscripciones de Hispania -la única
parte de la recopilación de inscripciones de Strada que haya sobrevivido- que Strada
editó como apéndice a sus Comentarios de César (C. Iulii Caesaris rerum gestarum
commentarii XIV... ex musaeo & impensis Iacobi Stradae Mantuani S. C. M. Antiquarii et
civis romani, Francofurti ad Moenum, MDLXXV) después del siguiente epígrafe aliae
nunc et plures sequuntur propter antiquitatem inscriptiones lectu iucundissimae, quae per
celeberrimas totius fere Hispaniae urbes magna adhuc ubique cum intuentium admiratione
conspiciuntur: his proxime antecedentibus adiunctae, eo quod nominum quorundam propriorum,
quae in ipso quoq(ue) C. Iulii Caesaris reperiuntur opere, fiat mentio agrupándolas
en cierto modo según las provincias antiguas: primero parte de las de la Citerior (País
Valenciano, Cataluña, Aragón, Murcia, Castilla-La Mancha y a continuación las de
Complutum,); después las de Lusitania (Mérida, Cápara, Medellín, Alcántara, Badajoz,
Capilla); las de la Bética (Sevilla, Lora, Morón, Osuna, Córdoba, Peñaflor, Puente de
Pinos, Cártama, Écija, Marchena, incluye Cástulo, Martos, Arjona, Jaén, Cádiz); al
final vuelve a la Citerior (Castilla-León y la zona Noroeste) y a Lusitania para acabar
añadiendo algunas tomadas de la obra de Apiano. Lo que en esta recopilación salta a la
vista es el interés por la identificación de los lugares antiguos y modernos, y, donde
puede, Strada indica la concordancia. Es posible que fuera precisamente la búsqueda de
testimonios epigráficos que permitieran situar los acontecimientos de las guerras
desarrollados en Hispania la causa de la inclusión de las inscripciones hispanas pues,
justo en las páginas que preceden, Strada añadió los nomina antiqua et recentia
urbium, oppidorum, et locorum Hispaniarum Tarraconensis, Bethicarum et Lusitaniae, in
quibus Epigrammata antiqua & Epitaphia visuntur. La lista empieza por las
concordancias del reino de Aragón, después el reino de Valencia, Cataluña, Bética,
Toros de Guisando, Galicia, Finisterrae, Lusitania. Strada en su colección de
inscripciones hispanas, constituida con materiales de aluvión, difícilmente
identificables en origen, parece no haber pretendido más que poner a disposición de los
interesados los epígrafes hispanos que él pudo reunir tanto a través del círculo de
los Fugger como del que rodeaba a Antonio Agustín. Algunas de sus lecturas entroncan con
las tradiciones de las syllogai primitivas de Hispania, pero otras son por primera
vez transmitidas por él. Como en sus obras numismáticas su inclusión de textos sin la
mínima crítica justifica plenamente la recomendación de Mayans (Mayans 1999, p. 45) Stradae
inscriptiones suspectas esse nisi aliunde illis fides conciliatur.
J. Gruter, que manejó la "Hispanica" de
Strada, ya relegó muchos de sus textos al capítulo de las falsas. Además de la falta de
rigor y del desconocimiento generalizado de la res epigraphica, la abundancia de
errores en la transcripción no sólo de los textos sino de los lugares de procedencia o
de conservación evidencian que J. Strada carecía también de mínimos conocimientos
sobre la topografía moderna de España. Así lo que precede a las tres únicas
inscripciones (CIL II 3034. 3038. 3040)
incluidas por Strada de Alcalá de Henares es Alcalá de Heuano, nunc Complutum
Corpensanos. Sin embargo son de los pocos textos de Strada de los que podemos conocer
la fuente que, en este caso, es la misma que la del Libro de Ocampo.
Essendo
conossiuto per mondo provisionato de la Cesarea Maestà per Jacomo Strada Antiquario (carta
a Maximiliano II apud Jansen 1993, 233) y, sobre todo al salvoconducto que
le proporcionaba su vinculación a los Fugger y su relación con Antonio Agustín, no
menos servicio le hizo haber sido aprendiz en el taller de Giulio Romano: sus aportaciones
como arquitecto y escultor en las cortes de Bohemia y de Baviera también le valdrían la
fama, el honor y la eterna memoria a la que aspiraba, como en época romana, todo artista
de la época.
© H. Gimeno Pascual |
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Strada de Tiziano |
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