Muy probablemente estudiante de la universidad de Alcalá, Luis de
Lucena, perteneciente a una familia establecida en Guadalajara quizás de origen judío,
se doctoró en Medicina por la Universidad de Montpellier y durante varios años practicó
su profesión en Toulouse. En 1540 se trasladó a Roma donde residió hasta su muerte y en
la que ejerció como médico del Papa Julio III. Perteneciente al mismo círculo de
humanistas que Juan Ginés de Sepúlveda, Antonio Agustín o Juan Páez de
Castro y socio de la Academia de la Vertù, colaboró en los trabajos sobre topografía de
Bartolomeo Marliani y en la edición de Vitruvio de Guillaume Philandrier.
No menor fue su interés por la epigrafía, pues en el año 1546
proporcionó a Jean Matal, en Roma, una colección de textos hispanos (Inscriptiones
aliquot Hispaniae, collectae ex ipsis saxis a Ludovico Lucena Hispano medico ex quo
descripsi, ms. Biblioteca Vaticana lat. 6039, ff. 436-437; copia de F. Cerdá y Ricó,
Real Academia de la Historia, E 187), que él había reunido de las localidades de
Cartagena, Valencia, Sagunto, Tortosa, Tarragona y Cabeza del Griego - la antigua Segobriga.
Precisamente fue Luis de Lucena el primero en alertar sobre la ubicación en este lugar de
una ciudad antigua notable no sólo por las inscripciones sino por la magnitud de las
ruinas que afloraban.
Grandes fueron también sus conocimientos sobre arquitectura, que
le permitieron diseñar la capilla de Nª Sª de los Ángeles en Guadalajara, y, su
preocupación porque la gente no instruida pudiera disponer de una Biblioteca que él
mismo quiso fundar.
© H. Gimeno Pascual
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