Nota legal | Búsquedas |  Mapa del sitio | Contacto | Accesibilidad  
CORPVS INSCRIPTIONVM LATINARVM II
    
Inicio >>Anticuarios y Epigrafistas>> Siglos XVI-XVIII>>
separador
separador
GONZALO FERNÁNDEZ DE OVIEDO Y VALDÉS
(Madrid,1478-Santo Domingo,1557)
separador

Gonzalo Fernández de Oviedo, historiador y cronista de Indias, desde niño fue testigo de excepción de importantes acontecimientos políticos en la transición de un mundo medieval que se apagaba frente a otro que emergía y en el que la monarquía hispana estaba destinada a tener un papel protagonista con su respaldo financiero y su confianza en la empresa americana. Su infancia transcurrió en la casa de Alonso de Aragón, segundo duque de Villahermosa, la "casa de Minerva y Marte", como el mismo Fernández de Oviedo la denominaba, una de las cortes literarias más fecundas del humanismo hispano en la que residió hasta los trece años. Su formación humanística se completaría al entrar como paje al servicio de don Juan de Aragón, hijo de los Reyes Católicos donde, además de compartir la educación de un "príncipe" renacentista, en la que el latín y los autores greco-latinos eran materia básica, el joven compañero del infante asistió a sucesos y conoció figuras que transformarían la historia de España como la toma de Granada o al mismo Cristóbal Colón. Sin embargo la muerte del infante en 1497 hizo que cambiara el rumbo de su vida viéndose obligado a abandonar la corte e iniciar una serie de viajes por Italia: en 1498 estuvo en Milán al servicio de Ludovico Sforza, "el Moro"; allí conoció a Leonardo da Vinci. En Mantua al pintor Andrea Mantenga, ciudad en la que entraría en contacto con el círculo de los Borja a los que acompañaría por diversas ciudades de Italia y del que formaron parte algunos de los más tempranos compiladores de inscripciones de Hispania como Jeroni Pau. En 1500 se desplazó a Roma; de aquí a Nápoles donde pasó a servir en la corte del rey don Fadrique. De allí a Sicilia donde entabló amistad con Gonzalo Fernández de Córdoba, "el Gran Capitán", que, en Tarento, su última conquista, había hecho prisionero al duque de Calabria. En 1502 de regreso a España, residió unos años en Madrid, su ciudad natal -yema y corazón de España según sus propias palabras (Ballesteros 1981, 144)-, por la que sintió siempre especial predilección. Cuando un año después el duque de Calabria fuera conducido a España, Fernández de Oviedo siguiendo la recomendación del rey Fernando y, como hombre de confianza suyo, se puso de nuevo al servicio de la corte napolitana. Este encargo sería decisivo para su formación clásica ya que el duque había heredado de su antepasado, Alfonso V el Magnánimo, la "Biblioteca d’ Aragona" y en ella Fernández de Oviedo pudo disponer de la mayoría de las obras de los autores antiguos que se conocían en la época. Residió junto al duque hasta 1512, año en que éste fue hecho prisionero y conducido al castillo de Játiva. Vuelto a Madrid, donde había sido nombrado escribano público en 1507, desempeñó diversas funciones oficiales hasta que, en 1514, abandonó la capital para ejercer de Veedor en las Indias, a las que dedicaría gran parte de sus descripciones y donde acabaría su vida.

Escritor prolífico (yo escribo desde que tuve edad para ocuparme en semejante materia, así de lo que pasó a España desde el año de 1490 hasta aquí...; Sumario de la natural Historia, apud Ballesteros 1981, 58 nota 5) de formación autodidacta, el referente para sus obras históricas serían los autores antiguos: profundo conocedor de Plinio lo tomó como modelo incluso para el título de una de sus obras más famosas la Natural Historia de las Indias (Sevilla 1535) al que antepuso, en la más pura tradición medieval, el de Historia General; y así como el historiador romano dedicara su Naturalis Historia al emperador Vespasiano, él lo hizo al emperador Carlos V. En ella trató de explicar muchas de las manifestaciones culturales de los indígenas americanos recurriendo a la comparación con los pueblos antiguos descritos en la literatura greco-latina. Pero G. Fernández de Oviedo cabalgaba entre el mundo medieval y el moderno y, mientras que a veces en el terreno de lo geográfico se alinea con el pragmatismo y la realidad de la era de los descubrimientos hasta el punto de que sus descripciones y datos sobre los mares del sur se utilizaron en la discusión científica -en plena efervescencia en las más importantes universidades europeas- sobre la medición de la tierra, otras se convierte en un defensor acérrimo de la tradición medieval hasta el punto de querer encontrar antecedentes de las nuevas tierras descubiertas en los autores clásicos o en el Antiguo y Nuevo Testamento. A pesar de todo, sus descripciones etnográficas, antropológicas o arqueológicas sirvieron para aumentar el interés por el Nuevo Mundo hasta el punto de que ya no iban a ser suficientes las descripciones de los cronistas, sino que se sentía la necesidad de tener presencia real de su cultura material. Así el afán por la colección de objetos procedentes de las Indias fue en aumento. Prueba de ello son los ídolos americanos que, en 1547, se expusieron en el Colegio de la Universidad Complutense, una de las primeras colecciones etnográficas de España (Ortiz 1935, 67). La idea no caería en el olvido, pues en 1570, Francisco de Toledo, virrey del Perú, sugirió a Felipe II que crease en Palacio un museo para conservar los objetos traídos de las Indias (Alcina Franch 1995, 22).

Texto

Si bien el gran valor de la obra de Gonzalo Fernández de Oviedo es para los americanistas, la razón por la cual se incluye entre los anticuarios complutenses es porque también se ocupó del pasado romano de su patria chica a la que volvería en diversas ocasiones. Madrid, aún no la capital del reino, todavía una ciudad como las otras, pero a la que el cronista en su obra Quinquagenas de los Reyes, Duques, Caballeros y personas notables de España o Quinquagenas de la nobleza de España auguraba muy buen futuro: ... dejando aparte muchas e muy grandes particularidades, asi como la sanidad e lindos aires, e los cielos menos que otras partes noblosos ..., los aposentos de muchas particulares casas de caballeros hombres ricos, los templos e monasterios sumptuosos ... e los alcazares e casa real la mejor e mayor de España por la nueva reedificación que el emperador ali ha hecho...e de los pueblos principales es de los que mas junto esta del punto e mitad de toda España, e donde es muy añeja ala corte e morada de los reyes de Castilla, e asi como algunos pueblos pierden vecinos por algunas causas e faltas, asi aquella villa los ira ganando e aumentando su población por los respectos que ya he dicho ... y porque desde alli puede el rey casi con igual camino ocurrir a proveer mas necesidades de todos los otros reinos e partes de España ... Y digoos verdad, que como yo he sydo muy trabado y he discurrido por muchas partes del mundo, nunca me vi en parte en Indias ni fuera de ellas apartado de España, que dejasse de ver otro Madrid (apud Ballesteros 1981, 151). En dicha obra al referirse a Las Grandezas de Madrid enumera las antigüedades romanas que él buscó por la ciudad en su juventud porque no las había encontrado en los libros: Quando yo fuy mancebo deseé saber e inquerir las antigüedades del fundamento de Madrid, e como no hallé por su mucha antigüedad en "scritis", bolvíme a conjeturar e mirar si en sus edificios toparía algún vestigio. E topé memorias de piedras esculpidas de letreros que dan noticia del tiempo de los romanos, que poseyeron a España (Avalle - Arce 1974, 350). El gran mérito de G. Fernández de Oviedo para la Historia Antigua es haber sido el primero en interesarse por las inscripciones romanas de Madrid, en transmitir los escasos testimonios romanos visibles en la ciudad, aunque sólo encontrara tres: una en la puerta de Moros (CIL II 3056), una piedra tosca en forma de columna redonda, más alta que un estado de un hombre que, puesta de través en medio de la puerta, perdió el texto por el trasiego de las carretas; otra la encontró en la iglesia de la Almudena (CIL II 3055) en posición invertida porque los que fundaron aquélla iglesia debían ser moros y la hicieron mezquita (Avalle - Arce 1974, 350); la tercera, de la que sólo quedaban las últimas líneas, en la puerta de Guadalajara (CIL II 3059). En ella la existencia de dos letras leídas como P y M habían dado lugar a que la inscripción se atribuyese a Pompeyo Magno o Maximo, interpretación con la que él no estaba de acuerdo: se puede tambien entender Publio o Paulo o Papirio, pero por las ultimas letras S·T·T·L se interpreta que fue sepultura, e acostumbraban dezir estos rromanos sit tibi terra levis ... asi que sepultura de algun rromano antiguo seria donde estuvo aquella piedra puesta ... (Avalle - Arce 1974, 351). A partir de G. Fernández de Oviedo las conocerían otros historiadores madrileños que ya las describieron con sus textos como Jerónimo de la Quintana. Si su pericia en la transmisión de textos fue sólo la de un aficionado, en realidad él sólo pretendía dar a conocer que Madrid, su ciudad de origen, también tenía pruebas de su pasado romano.

 
 
Portada
 
 
 
 
 
 
Inscripción
 
 
 BIBLIOGRAFÍA: F. Ortiz, Historia de la arqueología indocubana [en]: Cuba Antes de Colón, (Harrington), II, La Habana 1935, 23-458. – M. Ballesteros Gaibrois, Vida del madrileño Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Madrid 1958. – J. B. Avalle - Arce, Las Memorias de Gonzalo Fernández de Oviedo, vol. I, Chapel Hill 1974 – E. O’Gorman, Cuatro historiadores de Indias. Siglo XVI, Méjico 1979 – M. Ballesteros-Gaibrois, Gonzalo Fernández de Oviedo, Madrid 1981. – G. Vázquez Chamorro, Madrid en la obra de Fernández de Oviedo, Historia 16, año XI (1986), 119, 19-26. – J. Alcina Franch, Arqueólogos o anticuarios. Historia antigua de la Arqueología en la América española, Barcelona 1995. – J. Alcina Franch, La Biblioteca de Alfonso V de Aragón en Nápoles. Fondos valencianos, Valencia 2000 – idem, La Biblioteca de Alfonso V de Aragón en Nápoles. Catálogo descriptivo: fondos valencianos, Valencia 2000 – Gonzalo Fernández de Oviedo, De Grandezas de Madrid. Noticias de Madrid y sus familias (1514-1556) (F. Gutiérrez Carbajo: estudio biográfico; F. Calero - M. J. Campos: texto modernizado y notas; V. Moreno: Madrid en tiempos de Carlos I) 2 vol., Madrid 2000.
Diseño Web Susana Vázquez